Ailanthus altissima, arbol tolerante a la contaminacion
PUBLICADO EN ARQUITECTURA SUSTENTABLE
Las plantas y los árboles pueden ser nuestra compañía, y con ellas individuos podemos empezar con el cambio hacia un mundo más amigable con la naturaleza. Ya vimos aquí en Sustentator la importancia de los árboles en la lucha contra el Calentamiento Global, y también cómo las plantas nos pueden ayudar al filtrar el aire que respiramos en el hogar de todo contaminante. Ahora hablaremos del Ailanto o Árbol del Cielo. ¿Qué lo hace tan interesante para nosotros? Que puede crecer casi en cualquier parte, ya que es altamente tolerante a la contaminación.
Imaginen esas zonas de las ciudades donde no crece ninguna planta por la contaminación de los coches y transportes. O lo mal que se ven precisamente los árboles y plantas en las calles más transitadas, que deben ser reemplazados al poco tiempo. Con el Ailanto no sólo no sería necesario, sino que ayuda a que se filtre parte de esa contaminación.
El ailanto (Ailanthus altissima) es un árbol originario de China que se suele usar como árbol ornamental. Crece muy rápido y llega a unos 15 metros de altura en apenas 25 años. Sin embargo suelen vivir poco: 50 años en promedio. Las raíces, hojas y corteza son usadas en la medicina china desde hace miles de años, principalmente como cicatrizante. Su principal importancia en China, sin embargo, es la de darle un hogar a la polilla involucrada en la producción de la seda.
Tiene unas flores muy lindas, y algo fuera de lo común es que tiene árboles machos y árboles hembras, y son los machos producen casi el triple de flores que las hembras. Sin embargo, es mejor elegir los ejemplares hembras como ornamentales, porque uno de los problemas asociados a estos árboles es que largan un olor nauseabundo. Pero sólo los árboles machos producen este aroma, que les sirve para atraer a los insectos polinizadores. Una vez colectado el polen en el macho, deben ir a las flores hembras y depositarlo allí para que estos ejemplares femeninos produzcan las semillas.
Si bien vive poco, este árbol genera muchos descendientes no sólo por semillas, sino por brotes, raíces aéreas, al punto de volverse invasivo si no se lo controla. Por esta misma razón es porque es bueno para zonas contaminadas. Puede colonizar casi cualquier área, por más que haya sido un terreno donde se arrojaban químicos o contaminantes importantes.
Necesita sol directo, no puede vivir a la sombra. Pero es uno de los árboles más tolerantes a la polución, incluyendo el dióxido de sulfuro, uno de los principales químicos de la lluvia ácida. Absorbe los contaminantes con sus hojas, o sea que los filtra del aire que respiramos, por lo que podrían ser casi tan buenos como el asfalto purificador de aire del que hablamos en un artículo previo, sólo que en este caso sería un árbol, y uno bello. También tolera el polvo de cemento y los aires viciados producto de la quema del carbón. Incluso es tolerante a grandes concentraciones de mercurio.
Por ello, no sólo es un árbol filtrador muy eficiente, sino que sirve para revegetar zonas destrozadas por la minería y sus ácidos. Tolera las aguas con salinidad alta, e incluso a las largas sequías, por su capacidad de almacenar agua en las raíces. En resumen, puede plantarse donde pocas plantas podrían sobrevivir.
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